Hoy me encontré con mi amigo Lucho Correa quien llegó por carretera desde Lima. Su bus demoró 21 horas. Las lluvias han destruido la carretera Federico Basadre, nuevamente. Me contó que su chofer, en una acción de equilibrismo circense, pasó por sobre una tira de la carretera, al borde del residuo de la vía, rodando sobre lo que quedaba del asfalto, jugando cielo o infierno al pie del río.
Su historia me recordó que hace menos de dos meses se inundó Aguaytía, la primera ciudad de selva baja (o rupa rupa, sin montañas) del camino de venida a Pucallpa. Esa vez también colapsaron varios tramos. Publico ahora algunas de las fotos que me llegaron entonces por correo electrónico, gracias a la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza.
No creo ni normal ni justo que nos pasen este tipo de cosas todos los años. Los daños humanos, morales y económicos nos llueven, literalmente, sobre mojado. Las soluciones se enmohecen sobre nuestra derruida y eternamente inconclusa carretera (que ya bastante tienen con los asaltos).
El resto lo dejo a las imágenes.