10 agosto 2011

Luis Monard, el inmortal

Luis Monard no da malas noticias. Si por alguna circunstancia fuera el único llamado a darlas, se encarga antes de transmitir fortaleza y coraje. Y hay veces, no pocas, en que las malas noticias las convierte en buenas y sus ojos nos miran con la sonrisa serena de así es la vida. Es un experto en vidas, pero acostumbra decir que no lo fue con la suya. También es experto en llevar las procesiones por dentro y en hacer olvidar las penas sin tocar jamás el tema.

De Luis Monard aprendí la ética del cuidado y que todo en la vida es prestado. Que la mentira y el robo denigran a la persona. Que las preguntas sobran si las respuestas son obvias o mezquinas. Que el cadaver de tu enemigo sí pasará por la puerta de tu casa. Que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, pues con paciencia y trabajo todo tiende a mejorar.

Luis Monard no es perfecto. Como toda persona tiene nostalgias y resentimientos. Hace ya varios años que he puesto su capa de súperman en el cajón de mis juguetes. A cambio guardo en mi biblioteca la única copia de un libro escrito por él, en que da cuenta de varias de sus humanidades. Pero la vida le ha enseñado que no hay nada más saludable que la conciencia tranquila y esa sola insinuación cae sobre sus errores pasados como la lluvia borrando pizarras en las calles.

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Luis Monard tuvo siete hijos, de ellos vinieron once nietos y está por nacer el sétimo bisnieto. La mayor de sus hijos tiene más de sesenta años, la menor pasó recién los veinte. Uno falleció doce días antes de mi nacimiento y presumo que tiene la culpa de mi nombre y mi miedo a las alturas. Se casó tres veces Luis Monard. Paradojas del destino: su primera mujer falleció un 24 de marzo, su segunda mujer cumple años cada 24 de marzo y yo vine al mundo el 24 de marzo. En el colegio siempre pensaban que era mi abuelo. Con Odisa, mi mamá, ha celebrado más de 30 años de casado. Luis Monard y Odisa Rivas han mostrado que no es un cliché que el amor trasciende las edades, más aún, me han demostrado que el amor se construye cada día, como ya se dijo, con paciencia y trabajo.

Su abuela Toribia Vásquez recibió el primer piano que llegó a Iquitos y su madre Elisa era la mejor concertista en la ciudad durante la época del caucho. Su padre, el incognito Edmund Euderico, al parecer era navegante por esos años; las pistas me dicen que vino de un lugar de la Amazonía brasilera entre el río Madeira, principal afluente del río Amazonas, y su origen en el río Mamoré, posiblemente de la ciudad de Aripuana o de algún lugar llamado Samauma. El abuelo se fue dejando a Luis Monard tan niño que todavía lo extraña. Sus hermanos apellidan distinto a él, lo que lo hace tronco de la estirpe Monard en el Perú y el espíritu de las próximas generaciones.

Luis Monard ha sido protagonista de la Amazonía. El pintor Pablo Amaringo, por ejemplo, me contó personalmente lo que repite Roger Rumrrill en una crónica: cuando Luis Monard era su jefe en la Aduana de Pucallpa, este le pidió que pinte una banca y lo hizo tan mal que le recriminó diciendo "Pablo, tú sirves para todo menos para pintar". Amaringo me dijo con agradecimiendo que esas frases lo empujaron a ser el pintor más original de la selva peruana. Quisiera mencionar también su lugar determinante pero discreto en los Pucallpazos, aunque no entraré en detalles. Luis Monard tiene el don del maestro. Enseña hasta cuando no enseña.

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Hoy 10 de agosto de 2011, Luis Monard cumple 86 años; si me lo preguntan, se gradúa de inmortal. Vive y nos acompaña con su buen humor todos los días allá en la selva peruana, pero también habita en ese universo paralelo de hombres inmortales donde se adquiere la paciencia de los árboles y la perseverancia de los ríos, aquel espacio que Jorge Luis Borges describe con sencillez:
"Adoctrinada por un ejercicio de siglos, la república de hombres inmortales había logrado la perfección de la tolerancia y casi del desdén. Sabía que en un plazo infinito le ocurren a todo hombre todas las cosas."
Hay dos elementos que acaban con todo, me dijo Luis Monard alguna vez: el tiempo y el fuego. Y en ocasiones, cuando siento ese vacío en el estómago porque los años pasan irremediablemente y nos acorralan como paredes que se cierran hasta aplastarnos, me despiertan ganas de meter al tiempo en una hoguera. Con el tiempo ardiendo hasta borrarse de la imaginación quizás los días se deslicen en desorden y podamos ser hijos o padres indistintamente y vivamos distraidos del malestar de fugaces llegadas y lentas partidas.

La tranquilidad de nosotros los mortales no reside en alcanzar la inmortalidad, sino en desterrar al tiempo. Lo dijo Borges con su pulcra pluma: "Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse mortal." Luis Monard es inmortal porque su vida es un sueño constante, porque cada día que cumple le agrega un día más a su siempre lejano futuro, porque su cuerpo no hace juego con su sabiduría y porque nos obliga alegremente a nosotros los suyos a ignorar la muerte.



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A Luis Monard le gusta la yapa, aunque no suele pedirla. Aquí dos videos cortos que nos recuerdan que al padre tenemos que disfrutarlo ahora y agradecerle incansablemente por su cariño a veces imprudente, por sus aciertos que pasan desapercibidos y por sus desaciertos involuntarios, porque de todas maneras llegará el momento en que será demasiado tarde.

(Aquí la breve respuesta de Luis Monard a esta crónica.)



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Que hermoso homenaje, se nota que amas y admiras a tu padre, además los que tenemos la dicha de conocer al Sr. Monard sabemos la sabiduría y energía que irradía cuando uno conversa con él.

Tatiana Cárdenas Vega.

Julio César Mateus dijo...

Por el tiempo y por el fuego. Linda crónica.

Luis Pisfil dijo...

¡E X C E L E N T E!... No tengo el honor de conocer a tu Señor Padre en persona, sino solo através de sus asiduios correos en la Lista de Rotalatinos.
Que Nuestro Padre Celestial le de muchos pero muchos años más de vida... DIOS TE BENDIGA

Daniel Bello dijo...

Luis Monard es simplemente el realismo mágico de la Tierra Colorada. Un abrazo

Unknown dijo...

gracias por compartirlo.

Unknown dijo...

gracias por compartirlo. un abrazo. Ze Everaldo

Anónimo dijo...

Luis Monard,el unico,el real, el hombre mas fuerte de la amazonia (Pucallpa),el poderoso tio.