Por Christian Bendayán, pintor amazónico
Acaba un año más para el hombre de la ciudad, largo y corto tiempo a la vez para una vida. El 2009 nos deja la esperanza de que algunas cosas cambiaron en el país, pero también nos deja el recuerdo de un dolor que marcó a la Amazonía toda: el enfrentamiento en Bagua y las muertes que trajo consigo. Un hecho que generó sufrimiento e indignación, pero que también significó un cambio para el hombre y las comunidades amazónicas que alzaron su voz y transformaron la historia, poniendo un alto a la indiferencia y la arrogancia de los poderosos. En el resto del Perú, manifestaciones de solidaridad se levantaron, a pesar del manejo mediático por parte de un gobierno que desconocía su responsabilidad y un presidente que, con lamentables calificativos, aumentaba la discriminación que sufren los hombres y mujeres de la selva.
Como un reflejo de estos eventos políticos, la acción por parte de intelectuales y artistas de distintas disciplinas, fue determinante para generar un mayor conocimiento sobre la selva y sus pobladores. Fueron iniciativas particulares, sin que nada tuvieran que ver las autoridades y gobernantes de turno. Pero esta identificación con los ideales de los pobladores amazónicos y de amor por la selva, esta suma de voces y acciones, hacen que podamos llamar orgullosamente a este año que se va como un año amazónico.
Si enumeramos las manifestaciones artísticas de temática amazónica que se produjeron en el 2009, difícilmente acabaríamos. La selva mostró su calor y color en pinturas, fotografías, películas, obras de teatro, cine, video, cuentos, murales, ropa, comida, libros, música, etc. Grandes iniciativas se convirtieron en grandes proyectos, exposiciones multidisciplinarias, festivales multitudinarios, intervenciones artísticas en las calles, mesas de discusión, publicaciones de todo formato. El arte indígena rompió la barrera de los espacios protegidos, exhibiéndose en galerías comerciales y subastas de arte, dejando atrás la idea de que el arte indígena solo podía ser visto como materia antropológica. Artistas populares de Iquitos, artistas boras, huitotos, shipibos, y de otras naciones amazónicas, exhibieron sus obras en galerías, museos y centros culturales en el Perú y el extranjero. Muchísima gente participó de este movimiento; artistas y gestores culturales de distintas procedencias, son ahora tan amazónicos, y a través de su aporte, la selva encuentra nuevas posibilidades de expresión y expansión.
De pronto, casi al cierre del año, otro evento entristece el panorama con una amarga noticia; partió para otros mundos el pintor qué más ha influido en la producción amazónica: Pablo Amaringo, hombre nacido en el corazón del pueblo y que compartió con su gente y sus alumnos, hasta el final, todo lo que poseía. Nos deja un invaluable legado; una amplia y compleja obra que es un compendio de sabiduría sobre las infinitas realidades de la Amazonía; Amaringo es el punto de partida para un arte que reúne tradición y modernidad en la selva; él es a la pintura, lo que Juaneco y su Combo, a la música. Eternos, únicos,…después de tantos años seguimos vacilando con ayahuasca, como dice mi compadre Ashuco: ¡Wilindoro vive, no se ha muerto mi abuelo!
En el 2009 el Amazonas se desbordó como nunca antes, sus aguas dulces trajeron sabiduría, arte, música, al corazón de los peruanos; ahora sabemos que todos somos amazónicos. Que en los años venideros, suene otra vez el manguaré y que su voz ruja infinitamente en nuestra conciencia.
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